El pasado 28 de mayo, se disputó en Milán la final de la Copa de Europa de fútbol. Para alegría de los madrileños, dos equipos de la capital fueron los finalistas, el Atlético de Madrid y el Real Madrid, siendo éste último el vencedor en la tanda de penalties, consiguiendo la que es su undécima copa. 
El fútbol posiblemente sea una estupenda manera de dar publicidad a una ciudad pero también es un negocio turístico. Prueba de ello es que el Museo del Real Madrid es uno de los museos más visitados y rentables de la ciudad, sólo superado en número de visitantes por el Museo del Prado y el Museo Reina Sofía. Hasta el verano pasado, el Museo Thyssen-Bornemisza superaba en visitantes al museo madridista, pero, en la actualidad, el Thyssen ha sido relegado a un cuarto puesto en el top ten de los museos capitalinos, para disgusto de los aficionados al arte. 
Tanto si se es aficionado como si no, el fútbol es un atractivo más que ofrece una ciudad, en el caso de Madrid mucho más porque el Real Madrid ha sido elegido como el mejor club de fútbol del mundo del siglo pasado y todo apunta que volverá a serlo en este convulso siglo XXI. Por este motivo hemos dedicado el tema central de este número al Museo del Real Madrid, un museo que, aparte de su valor deportivo, es también una parte importante de la historia y la cultura popular de la ciudad.