Muy cerca de la localidad serrana de Cercedilla, a pocos kilómetros de la ciudad de Madrid, se encontraba el que fue uno de los hospitales más modernos de Europa en su género, el Real Sanatorio de Guadarrama, que sería demolido tras un largo tiempo de abandono en 1994.

A principios del siglo XX, una de las enfermedades más contagiosas y peligrosas era la tuberculosis. La enfermedad “romántica” que se llevó a la tumba a millones de personas de todo el mundo hasta el descubrimiento a finales de los años cuarenta de los antibióticos.
En Madrid, como en la mayoría de las ciudades de Europa, los enfermos de tuberculosis eran temidos y no les era fácil encontrar un centro donde poder ser atendidos, por esta razón, entre otras, se construyó el Real Sanatorio de Guadarrama.

El rey Alfonso XIII en la inauguración

El sanatorio fue inaugurado con toda la pompa y el boato de la época en febrero de 1917, en su inauguración asistieron la flor y nata de la comunidad científica madrileña y la Casa Real, con el entonces rey Alfonso XIII, su esposa la reina Victoria y otros miembros de la familia real.

La reina Victoria visitando la Galería de Sol

El centro contaba con todos los adelantos de la época, era el único en España de estas características y uno de los mejores de Europa. Situado a 1.750 metros de altura sobre el nivel del mar, en plena montaña, con un aire puro y seco hacían de este lugar el mejor centro de reposo y recuperación para los enfermos de tuberculosis y otras enfermedades pulmonares.

Las instalaciones eran cómodas y elegantes, dentro de lo que se puede entender como elegante en un sanatorio. La luz natural y la ventilación eran uno de los objetivos que el arquitecto Alfredo Echegaray buscó a la hora de diseñar el edificio. Por si esto no fuera poco, el sanatorio también contaba con una sala de fiestas y un aparato de cinematógrafo con abundante repertorio de películas.

Otra de las bondades del centro era que su precio era muy económico, por el expreso deseo de que todas las clases sociales pudiesen acceder a este sanatorio, el propio rey Alfonso XIII el día de la inauguración, al conocer los precios de los servicios dijo: “¡esto es baratísimo!”. Ignoro lo que entendía el rey por barato. Sobre las tarifas del centro no he podido encontrar ninguna referencia.
A lo largo del tiempo, por este sanatorio pasaron personajes como Camilo José Cela y Alberti hasta que ya en los años cincuenta, las nuevas medicinas mejoraron la salud de los madrileños y enfermedades como la tuberculosis fueron prácticamente erradicadas.

En los años setenta el sanatorio fue finalmente abandonado, su último uso fue para rodar en 1971 unas escenas de la película de terror española “La Noche de Walpurgis”, uno de esos clásicos que, pese a ser una película mala de necesidad, tiene su encanto, sobre todo para los aficionados a este género de cine.

Posiblemente por su estado de abandono, por su historia de enfermedades incurables y por la película de terror rodada allí, el sanatorio empezó a ser objeto de habladurías. Se decía que estaba habitado por fantasmas y que allí ocurrían fenómenos extraños. Recuerdo haber pasado por allí en más de una ocasión y su aspecto era realmente tétrico, sobre todo en los atardeceres invernales, claro que nunca me adentré en su interior y no fui testigo de ningún fenómeno extraño.

En 1994 el sanatorio fue demolido y lejos quedaron aquellas historias de gloria y ocaso de uno de los centros de salud más importantes y emblemáticos de España. Hoy, el solar que ocupaba el edificio forma parte de una de las rutas que recorren la impresionante sierra madrileña.

Fuentes:

La Esfera 1918
El Día 1917

Fotos:

La Esfera y Mundo Gráfico B&N
Foto del sanatorio en color vía Internet