El 6 de diciembre es el Día de la Constitución, una de las fechas importantes del calendario festivo español.
Nuestra constitución es una de las más jóvenes de Europa y no es la primera que hemos tenido en España, hubo varias que, casi todas, han acabado de forma dramática.

Como no podía ser de otra manera, en Madrid tenemos un monumento en honor a la Carta Magna, posiblemente el monumento más feo de todo Madrid pero, hubo un tiempo en el que una de las plazas más emblemáticas de la ciudad fue llamada Plaza de la Constitución, me refiero a la actual Plaza Mayor.

Posiblemente, esta plaza sea el mejor ejemplo para demostrar la enfermiza obsesión que tenemos los españoles en cambiar las cosas una y otra vez.

En sus inicios, nuestra querida plaza se llamaba “Plaza del Arrabal”, años después pasó a llamarse Plaza Mayor y mantuvo este nombre hasta principios del siglo XIX.

Con “La Pepa”, nombre vulgar que le dieron a la Constitución Española de 1812 todas las plazas mayores de España fueron llamadas “Plaza de la Constitución”, así que nuestra Plaza Mayor volvió a cambiar de nombre y la llamaron "Plaza de la Constitución".

Como todos sabemos la Constitución de 1812 se fue al garete pocos años después y en 1814, con el cambio de régimen, las plazas en su honor cambiaron de nombre otra vez y la actual Plaza Mayor pasó a llamarse “Plaza Real”.
El siglo XIX fue de todo menos tranquilo, los cambios de régimen y políticos se reflejaron, ¡como no! en los nombres de la Plaza Mayor, volviéndose a llamar “Plaza de la Constitución” en los períodos de 1820 a 1823, después de 1833 a 1835 y más tarde de 1840 a 1843.

Pasaron los años y... ¿qué pasó? pues que la plaza cambió de nombre. En 1873 pasó a llamarse “Plaza de la República”, meses más tarde “Plaza de la República Federal” y, como era de esperar, el nombre cambió otra vez, en 1874 volvió a llamarse “Plaza de la Constitución”.

Los cambios de nombre de la plaza no cesaron hasta el final de la Guerra Civil, fue entonces cuando se recuperó el nombre de “Plaza Mayor” y así se ha mantenido hasta la actualidad, algo que espero y deseo siga así durante muchos años.

La Constitución es documento que nos garantiza nuestros derechos y libertades, además de marearnos con el cambio de nombres del callejero cada vez que algún iluminado decide acabar con ella.