Anochece en las inmediaciones del Palacio Real, el Sol se oculta tras los jardines del Campo del Moro y los Jardines de Sabatini. Todo está en calma en uno de los pocos lugares del centro de Madrid donde reina el silencio pero...

Un ruido inesperado sobresalta a un grupo de palomas y cotorras argentinas que salen volando, enloquecidas, entre los frondosos árboles.

El grupo se hace cada vez más y más numeroso y llenan el cielo de plumas y graznidos.

Cientos de aves asustadas sobrevuelan los gigantescos cedros y magnolios ocupando las copas de éstos con gran escándalo.

Finalmente las aves se tranquilizan y se refugian en las ramas más altas de los árboles para pasar la noche.

Afortunadamente, en este caso aves y humanos hemos logrado el equilibrio perfecto, posiblemente gracias a las medidas tomadas contra las palomas, como la ingeniosa idea de las estatuas electrificadas.
De todos es sabido que las aves al menor susto tienden a relajar el esfínter, ¿os podéis imaginar qué pasaría si esta misma escena ocurriese en vez de en una zona verde, en una zona repleta de gente?