En 1979 se instaló en el centro comercial de El Corte Inglés de Preciados el primer Cortylandia, una atracción navideña para niños que con los años se convertiría en un clásico navideño, tanto como la cabalgata de Reyes o el Belén de la Puerta de Alcalá.

Cortylandia, como todo en este país, provoca reacciones extremas, los hay que adoran esta atracción, especialmente niños y frikis y los que lo odian a muerte.

Motivos para odiarlo hay muchos, yo destacaría el caos que se forma cada vez que hay actuación, cientos de personas, sufridos padres en su mayoría, abarrotan la pequeña plaza que hay en la calle Maestro Victoria para ver una de las muchas actuaciones de Cortylandia. Cuando termina una de estas funciones, las calles aledañas se colapsan, se juntan los cientos de personas que salen a ver las luces de Navidad, los turistas, los de las compras navideñas, jubilados, los carteristas que se aprovechan del caos y los del Cortylandia.

Otro motivo para odiarlo es la canción de Cortylandia, una musiquilla pegadiza que una vez que la oyes no la olvidas en tu vida y no sólo eso, además resuena en tu mente durante horas y horas, incluso llega un momento en el que pides a gritos que te hagan una lobotomía para así olvidar esa maldita canción.

Debido al inexplicable éxito de esta atracción navideña, podemos ver otros Cortylandia en otras zonas de Madrid y en otros centros comerciales del resto de España.

Como se puede ver en la foto, el Cortylandia de este año está prácticamente listo. He de decir que cuando hice la foto, el domingo pasado, me sorprendió ver a un montón de gente haciendo fotos, no me explico el motivo, yo la hice con mucha vergüenza pero para ponerla en el blog, puro rigor informativo pero, ¿qué hacían unas mujeres de más de 50 años fotografiando Cortylandia y posando?

Después de todos estos años de Cortylandia, reconozco que me gusta. Sí, durante años he maldecido esta atracción un día sí y otro también pero no sé si es por la edad o por aquello de que hay cosas feas que gustan, he acabado convirtiéndome en uno de esos frikis que creen que una Navidad sin Cortylandia no es Navidad.

Visión plateada de Cortylandia