Pasear por el Templo de Debod y sus alrededores ahora en verano y en cualquier época del año es un verdadero placer, es un lugar donde la gente viene a charlar, a pasear y los enamorados a disfrutar de los atardeceres más bonitos de todo Madrid.
Con este panorama nada hace pensar que aquí, un caluroso día como hoy de hace 72 años, se produjo un terrible acontecimiento al inicio de la Guerra Civil, uno de los primeros baños de sangre que viviría la ciudad de Madrid.

En el lugar que hoy ocupa el Templo de Debod, se encontraba el Cuartel de la Montaña, un inmenso edificio de ladrillo y granito construido en 1860 que podía albergar 3.000 soldados de infantería. Tenía forma rectangular y dos grandes patios interiores.

El 18 de julio de 1936 se produjo el alzamiento militar por parte del general Franco, el fantasma de la guerra, anunciada y alentada por políticos de derecha y de izquierda, se apoderaba de Madrid, pese a que muchos pensaban que este alzamiento militar sería uno más de los gravísimos sucesos que los madrileños y todos los españoles de aquella época padecían un día sí y otro también y que no tendría las fatales consecuencias que todos conocemos.

El 19 de julio de 1936, el general Fanjul entra en el cuartel y se pone al frente de la insurrección en Madrid, cuenta con el apoyo de 150 jefes y 1.400 soldados y voluntarios, ese mismo día, dicta un bando de guerra en el que, entre otras cosas, dice:

"El ejército español, dispuesto a salvar España de la ignominia y dispuesto a que no le sigan gobernando bandas de asesinos y organizaciones internacionales, toma por breve plazo la dirección política de España con el exclusivo objeto de mantener el orden público y el respeto a la propiedad y las personas. Exhorto a los obreros a que mantengan una actitud patriótica de acatamiento porque este movimiento tiende, en primer término, a librarnos de la dictadura de los hombres que os rigen y que os están sumiendo en la mayor miseria"

Y termina diciendo:

"Viva España, viva la República, viva el Ejército"

La insurrección de Fanjul y la toma del Cuartel de la Montaña, genera una gran exaltación en la población de Madrid que produjo una movilización espontánea de muchos civiles, además de militares leales a la República, guardias civiles y la Guardia de Asalto que acudieron a las inmediaciones del Cuartel de la Montaña para acabar con la sublevación.
En los edificios de los alrededores se instalaron ametralladoras y dos cañones se colocaron a pocos metros apuntando al cuartel.

El asedio al cuartel comienza con los primeros tiroteos a la fachada y con los mensajes emitidos por altavoces instalados en la zona con el fin de desmoralizar a los insurrectos. Poco después, un avión lanza octavillas sobre el cuartel que instan a los militares a la rendición. Más tarde, otro avión lanza una bomba que cae justo en el centro de uno de los patios provocando muchos daños.

Los ánimos de los militares sublevados comienzan a decaer y algunos de ellos deciden rendirse, en una ventana cuelgan una bandera blanca y unos pocos militares, los primeros en rendirse, salen corriendo del cuartel, en ese momento parte de la multitud que se encuentra fuera del cuartel dispuestos a acabar con aquella insurrección intenta adentrarse en el cuartel pero son atacados por fuego de ametralladora, provocando la ira de la muchedumbre.

Los militares sublevados al ver como se van desarrollando los acontecimientos se sienten totalmente desmoralizados, saben que no podrán resistir el asedio sin ayuda exterior y las noticias que vienen de Barcelona que hablan de la derrota de los insurrectos en aquella ciudad no hacen más que minar su ya baja moral.

Poco a poco, los militares sublevados se empiezan a rendir, una vez más, en las ventanas del cuartel cuelgan varias banderas blancas, en ese momento, la Guardia Civil aprovecha, se pone en marcha y entra en el cuartel, tras ellos, cientos de exaltados que, finalmente toman el cuartel, una toma en la que reina el caos, el desconcierto y la brutalidad.

La toma del cuartel se saldó con más de 300 muertos, el general Fanjul es apresado y posteriormente juzgado y fusilado.

Hay dos detalles en este acontecimiento realmente curiosos y terribles, uno de ellos es que ninguno de los sublevados muertos en el cuartel fue reclamado por sus familiares. El otro detalle es una narración de un periodista de la época que cuenta que una vez tomado el cuartel, pudo ver en su interior como un niño de 14 años apuntaba con una pistola a un capitán que iba con los brazos en alto.

Después de este episodio, la población tenía la esperanza de que la sublevación no pasase a mayores, nadie pensaba que la República, que estaba prácticamente muerta y enterrada desde hacía tiempo, tuviera los días contados ni que tendrían que sufrir tres largos y espantosos años de guerra.

En 1972 se inauguró el bonito parque que existe en la actualidad en el solar que ocupaba el Cuartel de la Montaña, una placa en un trozo de granito recuerda que en este mismo lugar se encontraba el cuartel de la Montaña y a pocos metros, un monumento obra de Joaquín Vaquero, se alza en recuerdo a los hombres que murieron en su defensa, hay que recordar que este monumento se hizo en 1972 y Franco, muy mayor y cascado todavía dirigía con mano dura la vida de los españoles.

El monumento es bastante feo, es un muro que simula una pared de sacos terreros y en el centro hay una figura humana en bronce.


Las fotos en B/N pertenecen al Archivo Rojo.